Trilogía de la trata de blancas, Julio Alsogaray, 1933 (fragmentos)

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El comisario Julio Alsogaray y Raquel Liberman


La historia de Raquel está relacionada con el comisario Julio Alsogaray, obsesionado por el negocio de la prostitución y el pueblo judío. Obsesión que lo llevó a escribir Trilogía de la trata de blancas: Rufianes – Policía – Municipalidad, editado por Tor en 1933, e inhallable en el presente.

El tráfico de mujeres y la condición de judío de un importante número de proxenetas que operaban en el país entre 1880 y 1930 ha dado motivo a algunos escritores a buscar los orígenes de tan indigna actividad en la idiosincrasia del judío. Tanto Julio Alsogaray como otros historiadores posteriores a él, han tratado de manera “diferente” a proxenetas judíos respecto de otros de distinto origen: italianos, franceses, argentinos, etc. En el primer capítulo de su libro,  Alsogaray se detiene en el análisis de la historia del pueblo hebreo como si de ella pudiera surgir un patrón de conductas que le permitiera a él,  detectar una tipología del proxeneta. Más bien, subrayar la condición de judío de esos delincuentes, suena a  prurito antisemita que el mismo autor intenta suavizar a renglón seguido cuando escribe:

“la causa del relajamiento moral de algunos grupos de emigrantes judíos debe buscarse entre los factores históricos capaces de imponer rumbos a una masa, destruir o crear sistemas y convicciones, volcar en un sentido o en otro la marcha de los acontecimientos de un pueblo, modificar su estructura y su mentalidad.  Precisamente, es la tenacidad una característica esencial del pueblo judío.  Su moral, aferrada siempre a los severos preceptos religiosos, ha tratado de mantener inmaculada su pureza racial, prohibiendo el cruzamiento en sus matrimonios.  En épocas sombrías de su historia, el espíritu de conservación y de austeridad llegó al sacrificio heroico.


El hecho de la prostitución y el proxenetismo entre judíos tiene ubicación en la Europa Oriental, en los grandes centros de población industrial, como Polonia, o portuarios, como Odessa, donde luchan por la vida con resignada perseverancia y situación de miseria.”

Dicho libro también ilustra sobre la tenebrosa “Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, a a Zwi MIgdal:

“... ante la necesidad de afianzar su poderío los tratantes de blancas judíos constituyen una estructura legal que los ayudó a proseguir con sus negocios y acrecentarlos”.
“...Luego de zanjar algunas dificultades propias de la iniciación, fundaron el 7 de mayo de 1906 la sociedad de ayuda mutua que necesitaban, denominándola “Varsovia”, de la cual derivaron después la Zwy Migdal y la Asquenasun. 
“...La organización social de los rufianes establece que a la comisión directiva corresponde intervenir en operaciones corrientes, tales como la compraventa de mujeres; indemnizaciones a los socios que por una causa u otra se quedan sin esclavas; traslados de las mismas a distintos prostíbulos, multas a los remisos en el cumplimiento de sus obligaciones de abonar las cuotas – coimas, dádivas, exacciones y beneficios....
“Cuando por excepción, algún rufián quiere independizarse de la sociedad, debe abandonar las mujeres que explota, pues de lo contrario el cierre del prostíbulo no tarda en llegar; y, si por no tenerlo, pretendiera obligarlas a ejercer la prostitución callejera, no faltan oficialitos policiales que persigan tenazmente a unos y a otras, hasta hacerles imposible toda actividad. 
Abroquelados por el dinero e inconmovibles gracias a la tolerancia cómplice de quienes están obligados a desempeñar sus funciones con más dignidad; carentes de reparos u obstáculos que salvar, se entregaron por entero al mejoramiento de sus negocios.”
“...La Migdal, con sus caftenes asociados explota en nuestro país dos mil prostíbulos, con tres mil mujeres que obtienen, término medio, tres mil pesos de rendimiento mensualmente, o sea un total de ciento ocho millones de pesos.
La otra sociedad, constituida por rusos y rumanos y fundada por Rubinstein, que se denomina Asquenasum, representa en sus actividades el 50% de lo que tiene la anterior, o sea cincuenta y cuatro millones de pesos.

Los explotadores del clandestinismo ejercitado por rufianes de otras nacionalidades: franceses, alemanes, italianos, españoles, argentinos y demás, puede calcularse que consiguen una cantidad igual que la que obtiene la Asquenasum.
El rendimiento  de la explotación (en 1930) llega a doscientos dieciséis millones al año que va a parar a los bolsillos de los tratantes de blancas, cuyo número no excederá de tres mil, por donde se verá que cada uno de ellos obtiene sumas tan enormes que le permiten sobornar funcionarios, torcer conciencias y enlodar prestigios.”
Más adelante, en su libro Alsogaray cuenta:
“...Con mi ascenso a comisario el 3 de diciembre de 1923, ...pasé de la noche a la mañana, quieras que no, a la lucha con los tratantes de blancas.  Esa lucha tomó de pronto aspectos insospechados, y mucho más para mí por los trastornos que podía acarrearme en mis funciones como Comisario de la 4ª sección. Allí tuve oportunidad de ensayar algunas intervenciones contra los tratantes de blancas, las cuales debieron fracasar no bien iniciadas, por las deficiencias de la ley, según opinaban algunos jueces, a los que les tocó intervenir. ...Así las cosas, el Jefe de Policía, señor Jacinto Fernández, me llamó a su despacho, expresándome su propósito de trasladarme a la sección 7ª., porque no era un misterio que en ella operaban con impunidad delincuentes de otras zonas y que el juego se propagaba en forma tan sospechosa como alarmante.”

“...Las apreciaciones formuladas por el señor Fernández, relativas al estado de la sección 7ª., fueron bien parcas, porque las irregularidades y trasgresiones comprobadas  superaron en mucho a las que exteriorizó.”


A pesar de sucesivos procedimientos en los que le tocó intervenir a Alsogaray contra  rufianes en el barrio denominado Junín,  fracasó por  la corrupción de funcionarios policiales y municipales. Hasta el momento por él esperado que se presentó con la denuncia de Raquel Liberman, quien vino a resultar la heroína protagónica del famoso proceso a la Migdal. 

En el cuarto capítulo del libro de Alsogaray, se relata la denuncia de Raquel Liberman, que fue introducida mediante engaño al mercado de la prostitución.  Es importante subrayar el ex –comisario ha reiterado la versión dada por la denunciante en el juicio.

Utilizo las palabras del autor en su apreciación: “Bien merece la pena redimirla de sus errores por el servicio prestado a la buena causa.”   
La epopeya de Raquel Liberman había quedado así enterrada en el sensacionalismo del juicio, y la concepción machista de la sociedad de la época. Pero en mi novela y en la documentación que exhibo, trato de mostrar las heridas ocasionadas a su espíritu y cuerpo.