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APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA PROSTITUCIÓN EN BUENOS AIRES (1920-1940)
        
      por Liliana Mabel Martiello      
 
 INTRODUCCIÓN
“No hay más que una moral igual para el hombre y la mujer “
 Federación Abolicionista Internacional
 
Pretendemos en este trabajo acercarnos a la historia de la prostitución en
Buenos Aires en el período 1920-1940. La investigación se realiza conforme
métodos y objetivos de la Historia Social del Derecho, que estudia la historia
de las instituciones jurídicas, en el contexto social, sin premisas ideológicas.
 
El elemento cronológico (1920 a 1940) y el elemento geográfico (Buenos Aires),
están dados por lo siguiente. En las dos primeras décadas del siglo XX, las
grandes ciudades del litoral argentino, Buenos Aires y Rosario, en primer lugar,
se convertirían en metrópolis de la diversión semioculta: juego, prostitución y
alcohol. Se llega al apogeo de la llamada “mala vida“ de Buenos Aires. Aparece
una topografía de la noche que imita a la de París mientras la inmigración trae
prácticas y refinamientos cosmopolitas. Los turistas ricos, los argentinos que
pasaban largas temporadas en París, los artistas y literatos que hacen viajes,
llevan y traen noticias del país en expansión. En Europa se hablaba mucho de las
mujeres que poblaban nuestros burdeles y del tráfico de “esclavas blancas“.
 
Abordamos la evolución histórica de la prostitución en Buenos Aires durante
estas décadas que corren de 1920 a 1940, como hecho de la realidad social.
Destacamos como principales temas tratados: El sistema legislativo
reglamentarista, que se inicia el 5 de enero 1875, fecha que se dicta la primera
ordenanza reglamentaria sobre la prostitución (prostíbulos y prostitutas), pero
va a regir hasta el advenimiento del sistema legislativo abolicionista con la
sanción de la ley 12.331, año 1936. La etapa avanzada de la reglamentación de la
prostitución que se analiza, correspondiente a 1920-1936, y se caracteriza por
el crecimiento de la sífilis, y la explotación de las mujeres por los rufianes.
Predominan las prostitutas extranjeras hasta la sanción de la ley de Profilaxis.
Desde entonces con modificaciones de detalles introducidas por ordenanzas
posteriores, durante sesenta años existió este régimen en la ciudad.
 
La trata de blancas, en esta etapa es la violenta o compulsiva, y aunque ya se
venía realizando desde 1890, en este período que nos ocupa, se organizó como
empresa. Hacemos especial referencia al caso Raquel Liberman, mujer valiente que
se atrevió a denunciar a la organización Zwi Migdal (ratificando en 1930 su
denuncia de 1926), que venía operando desde 1906 bajo la cobertura de la
“Sociedad de Socorros Mutuos“ con el nombre de Varsovia, que para algunos
autores agrupaba a personas decentes. En cambio, esta otra, que se subdividió
formando la asociación “Asquenasun“ `o “Askenasun“, nucleaba a delincuentes de
origen ruso, rumano ó polaco, formando luego la Sociedad Zwi Migdal, en 1929,
¡aprobada su personería jurídica por el Gobierno de la provincia de Buenos
Aires!. Fue la trata de blancas llevada a su último grado de perfección. Con
sede en una lujosa mansión de la Avenida Córdoba al 3200, se efectuaban en una
falsa sinagoga, con falsos rabinos, parodias de casamientos a las mujeres judías
traídas con engaño.
 
Antes de la denuncia de Liberman. los únicos que los perseguían estaban dentro
de la comunidad judía, que los había expulsado de las asociaciones mutuales, de
créditos, y les prohibían la entrada a los teatros y al cementerio.
 
Los escritores y poetas extranjeros y nacionales que han registrado la
prostitución en sus obras, hemos creído necesario consignarlos en este trabajo.
El periodista francés Albert Londres (1884-1932), autor de “El camino de Buenos
Aires“ (1927), denuncia la ruta de la prostitución de Europa a los lenocinios de
la Argentina en los años 20, y hace notar su visión patriótica y maniqueísta
respecto a las prostitutas francesas y polacas y su racismo, propio de aquella
época.
 
Respecto de nuestros escritores y poetas, incluyendo al austríaco profesor
Lehman - Nitzche, se encuentran también aquí, pues consideramos que deleitan
describiendo este mundo, aunque sórdido y dramático, también pintoresco y
seductor, y por el sentimiento de simpatía que demuestran a estas mujeres, como
los abolicionista, los médicos Telémaco Susini y Ángel Giménez, que compartimos:
“No hay más que una moral igual para el hombre y la mujer “ (lema de la
Federación Abolicionista Internacional).
 
Advertiremos que la prostituta es considerada impúdica y viciosa
(Reglamentarismo), objeto de compra y de venta (Trata de blancas), pero cerramos
la investigación en el camino a su libertad y dignidad (Abolicionismo).
 
 
I.- SISTEMA REGLAMENTARISTA
 “Mi macho, es ese que ves ¡pinta brava!
 Sus biabas me las pide el corazón“
 “La canción de la mugre“. Carlos de la Púa
 
El sistema legislativo reglamentarista en la materia fue impuesto el 5 de enero
de 1875, en que la primera ordenanza reglamentaria de la prostitución fue
sancionada por la Comisión Municipal de Buenos Aires. Desde entonces, con
modificaciones de detalle introducidas por ordenanzas posteriores, durante casi
sesenta años existió en la ciudad el régimen de la prostitución reglamentada.
Mediante la habilitación municipal de lenocinios y la inscripción obligatoria de
las prostitutas, forzadas a un control médico periódico, se pretendió
circunscribir el ámbito de ejercicio de “la profesión más antigua del mundo“ y
evitar la difusión de enfermedades venéreas.
 
El sistema, que por entonces era casi universal, intentó conciliar la
“tolerancia de la concupiscencia masculina“ con la profilaxis de las
enfermedades de transmisión sexual. Si lo primero encubría un patrón de
moralidad en vías de desaparición, como medida preventiva de la sífilis su
fracaso fue estrepitoso. No obstante, la reglamentación – que desde el principio
fue objeto de fuertes críticas, las que se agudizaron a medida que se hacía
evidente su ineficacia profiláctica y el grave problema de la trata de blancas
que estimulaba– resistió hasta 1934, en que se cerraron los prostíbulos
existentes en el municipio capitalino. Tres años después, la ley 12.331 los
suprimió en todo el territorio nacional.
 
Durante su vigencia, las consecuencias de la reglamentación interesaron a
médicos, juristas funcionarios policiales y políticos, los que las examinaron
desde sus respectivos puntos de vista. Desde la perspectiva del historiador, los
testimonios de los médicos constituyen una fuente inexcusable.
 
En las décadas de de 1920 y 1930, intervinieron autorizadas organizaciones
internacionales – La liga de las Naciones, La liga de las Sociedades de la Cruz
Roja, la Unión Internacional contra el Peligro Venéreo, el Consejo Internacional
de Mujeres. Estanislao Zeballos participó en 1921 de la Liga Argentina de
Profilaxis Social junto a Joaquín V. González, J. Luis Cantilo, Alfredo
Palacios, Gregorio Aráoz Alfaro, José Ingenieros y otros. La educación de los
jóvenes fue preocupación central de esta Liga.. No cesaban de reclamar la
supresión de las casas de tolerancia y de toda reglamentación. Por entonces,
eran varios los países que habían optado por el régimen abolicionista; en los
que conservaba el sistema anterior, diversas flexibilizaciones preanuncian la
supresión de los reglamentos.
 
La prostitución legal era cortejada y protegida. La clandestina, competidora
desleal, muy perseguida. El 29 de noviembre de 1920 se presentan las regentas de
dos prostíbulos de Olavarría ante la Municipalidad, quejándose de que el
Comisario las perjudica con medidas arbitrarias. Mientras la Ordenanza daba a
las 2 a. m. como hora de cierre, por su cuenta había decidido que sería la 1, y
luego las 24, y enseguida las 23. Las empresarias alegan la pérdida de clientes
y el perjuicio económico, y cierran las casas sine die.
 
El asesor legal del Municipio comunica el caso al Ministerio de Gobierno de la
Provincia, mientras envía una nota al Comisario, que la eleva a la jefatura. El
conflicto se resolvió en dos días a favor de las Casas de Tolerancia. En la nota
del 29 de noviembre, el diario pedía que la superioridad interviniera y le
señalara al comisario los límites de sus atribuciones ( En 85 años del diario El
Popular, suplemento de 1984).
 
Una nota de 1917 en el mismo diario traía esta noticia: “Entre los diversos
lupanares clandestinos, existe uno en la calle Belgrano, atendido por una turca
y donde se reúne gente de todo pelaje, invitándose a los transeúntes desde la
puerta de calle con agravio de las buenas costumbres. Se muestra un espectáculo
deplorable que se ofrece a la vista de adultos y menores. ¿Hasta cuando? Se
impone que funcione como lugar público con patente y fiscalización médica en
barrio apartado y sin robar las tasas el municipio“ (Cien años de El Popular,
Olavarría, 1899-1999).
 
Se empieza a tomar conciencia de los estragos de la sífilis. La pobreza de
medios coincide con la descripción que Albert London en su obra El camino de
Buenos Aires, realiza de un prostíbulo de la Boca. ”Los hombres en vez de estar
sentados, están de pié, con la espalda contra la pared. Humildes, pacientes,
resignados, como un grupo de pobres que esperan un individuo a la puerta de un
establecimiento de beneficencia (p.88).
Estos prostíbulos trabajaban atendiendo cada mujer entre 70 y 75 clientes por
día [1] Cada prostituta, trabajando en esta categoría de prostíbulo, ganaba por
cliente $1, ya que la tarifa barata de los prostíbulos era de $ 2.00 por
cliente. Al final del día eran $70 ó $75. Si trabajaba 20 días, ganaba entre
$400 y $500. Al año (12 meses) entre 16.000 y 18.000 pesos. Con ese dinero, era
posible comprar muchas cosas si se lo guardaba y administraba correctamente.
Lamentablemente, no todas las prostitutas lo hicieron, y por eso muchas
terminaron en la calle. Las pocas que supieron prever terminaron en buena
situación económica.
 
Una forma sofisticada de disimular la prostitución clandestina fueron las
orquestas de señoritas. En numerosos locales que tenían instalaciones
apropiadas, las orquestas estaban compuestas por 32 violinistas y 19
instrumentos varios.
 
La mayoría no sabía nada de música y unas pocas eran las que tocaban y brindaban
esparcimiento a la concurrencia. La clientela elegía la mujer y por medio de
señas ó de las otras señoritas camareras, concertaba citas. La elegida, al
salir, era reemplazada por otra prostituta que oficiaba de música. Por su parte,
las camareras al entregar los pedidos se sentaban en las rodillas de los
clientes, y trataban de concertar cita([2].
 
En cualquiera de los casos los encuentros se realizaban en casas amuebladas que
estaban muy cerca. Se entraba y salía caminando. La tarifa de estas casas era de
$2 por hora. Entre el consumo en el café, la tarifa de la mujer, y el precio de
la habitación, se gastaba entre $5 y $8. Este importe no era demasiado alto para
la clase media baja, pero casi no era accesible para los obreros, salvo que
decidieran tirar una cana al aire.
 
Muchos de estos cafés fueron copados por los rufianes franceses en abierta
oposición a los de otras nacionalidades. Sus opositores encaminados fueron los
polacos, que para esa época tenían 8 ó más mujeres cada uno.[3]
 
 
II.- LAS REGLAMENTACIONES
 
El 28 de julio de 1920, las autoridades municipales reiteraron por medio de una
Ordenanza la vigencia de la libreta sanitaria y la inspección médica periódica.
Al año siguiente entraron en vigencia las modificaciones propiciadas en la ley
Palacios, respecto de la prostitución de menores y el ejercicio del rufianismo.
Estas modificaciones fueron incorporadas al Código Civil como los artículos 125
y 126. Por su parte, la Convención de Ginebra, reunión de naciones en su mayoría
europeas, cambió la designación de “ trata de blancas “ por la de “trata de
mujeres y niños “ (30 de setiembre ), sin adoptar ninguna otra disposición
trascendente.
 
Por su parte, las autoridades municipales, siempre preocupadas por el problema
de la prostitución, intentaron coartar su expansión, reglando y calificando los
edificios o los locales destinados a distintos usos y cuyo mal empleo había
transformado en prostíbulos disimulados. Así se consideró como casa amueblada a
aquella que tenía más de cuatro habitaciones, con sus correspondientes muebles
para ser arrendadas o subarrendadas (art. 15). Estas casas amuebladas, abundaban
en Buenos Aires y eran de uso corriente. En algunas vivían permanentemente
prostitutas, pero en general eran para ser ocupadas en un corto tiempo por
parejas. Además, esta reclasificación tenía fines impositivos, ya que debían
pagar la tasa anual correspondiente a casas amuebladas, cosa que no hacían
antes.
 
También fueron reclasificadas las fondas con alojamiento, ya dieran comida y
alojamiento en salones especiales o piezas, siempre que no excedieran el número
de cuatro (art. 21), Se denominaron como posadas las casas amuebladas con ó sin
comida y cuyas piezas fueran ocupadas por parejas con o sin equipaje (art. 22).
Por su parte fueron llamadas, a los fines impositivos y contra la prostitución,
casas de vecindario, todas las que tenían más de 4 departamentos, independientes
entre sí, con acceso directo a cada uno de ellos.
 
Esta Ordenanza del 29 de diciembre de 1923, disponía también que en las casas
amuebladas, las ropas de cama debían ser cambiadas cada vez que eran usadas por
personas distintas. Además, dispuso que cada 10 piezas debía haber, por lo
menos, un baño de 4 metros de lado y 2 de alto como mínimo (art. 16, inc. d).
También en las posadas era obligatoria la instalación del servicio de agua
caliente y fría al bidet que se debía instalar y la salida de aguas servidas
debía estar conectada a la red cloacal (art. 24).[4]
 
El celo administrativo ya había dispuesto el 9 de enero de ese año, la
erradicación de los prostíbulos y la persecución de la prostitución clandestina
en las cercanías de las escuelas, colegios, templos, oficinas del estado y
fábricas, aplicando antiguas disposiciones al respecto. Este espíritu de aplicar
disposiciones no cumplidas, se manifestó en el Decreto del Ejecutivo Municipal
del 9 de marzo de 1923, ratificado en la Orden del Día del 31 del mismo mes y
año, cuando dispuso que no se inscribieran en el Dispensario de Salubridad a las
prostitutas cuyo domicilio “se halle en la misma cuadra en que existan templos
de cualquier culto, establecimientos educacionales ó fábricas donde trabajen
mujeres“. Se trataba de impedir el trabajo de las prostitutas clandestinas que
reclutaban clientes entre los estudiantes o concurrentes a templos o intentaban
reclutar otras mujeres para iniciarlas en la prostitución.
 
Siguiendo con el mismo espíritu, el 17 de marzo una nueva Ordenanza Municipal
dispuso la clausura de los clandestinos que funcionaban en inquilinatos,
departamentos, casas de vecindad. Al mismo tiempo, dispuso verdaderas batidas
para combatir, en la medida de lo posible, la prostitución clandestina. Estas
disposiciones, señalan la falta de una política coordinada en la Municipalidad,
pues se disponían medidas parciales que trataban sectores del problema global.
Por algunas de ellas, se intentó restringir la prostitución colectiva ejercida
en casas grandes, con muchas mujeres. Por otras, se combatió la clandestinidad
y, finalmente, como expresión de la falta de un criterio único y unificador de
la política municipal, la Ordenanza Municipal del 30 de diciembre de 1925
intentó perseguir al prostíbulo de muchas mujeres y por ende al rufián y se dejó
en relativa libertad a la prostitución individual, clandestina ó no, con el
consiguiente peligro de la propagación de enfermedades venéreas.
 
En 1926 es importante la disposición municipal referida a la moral e higiene,
restableciendo la vigencia de la Ordenanza de la Policía del 4 de abril de 1908
sobre casas de prostitución. Trata de asegurar el cumplimiento del registro de
personas adscriptas, prostitutas ó sirvientas. En ella se estableció: 1)
Registro de nombre y filiación de prostitutas y sirvientas; 2) Cada libreta de
las prostitutas deberá ser sellada y rubricada en la Comisaría; 3) Cada
infracción por evadir esa disposición significaba una multa de $ 30 ó diez días
de arresto. La reincidencia, una multa de $100 ó 30 días de arresto. Además, las
mujeres que trabajasen de prostitutas debían ser mayores de 22 años (disposición
de 1903), y estar inscriptas en el Registro de prostitutas. Las prostitutas así
registradas no podían trabajar en casas independientes. Podía haber un
prostíbulo por cuadra, pero no podían instalarse en departamentos, casas de
vecindad, conventillos o casas particulares. Debían prestar servicios sin
servidumbre a la vista. En cada casa, para cumplir funciones de control y
vigilancia, podía vivir una sola mujer. Se prohibía la afluencia de mujeres de
otras casas que tuvieran ocupaciones semejantes. El servicio doméstico debía ser
desempeñado por mujeres mayores de 45 años. Los prostíbulos no debían tener
signos externos que denunciaran su existencia y, finalmente, la atención médica
de las mujeres enfermas, debía estar a cargo de los médicos de la Intendencia
Municipal. Todas estas normas ya formaban parte de las disposiciones legales
sancionadas desde 1875. Su reiteración periódica como la del año 1926, demostró
que no eran aplicadas correctamente, y eran desobedecidas sistemáticamente.
 
Asimismo, hay que agregar que a las prostitutas se les proveyó de la Libreta de
Trabajo. Era una libreta del tamaño estándar usado por los almacenes para dar
fiado. Cada libreta debía estar numerada, acompañada con una foto de la
prostituta de 3 cms x 3 cms. En ellas debían constar nombre, apellido y otros
datos personales. Las hojas en blanco estaban divididas en casillas para anotar
semanalmente el estado de salud extendido por un médico municipal. También, como
en el caso anterior, esta disposición era reiteración de otras anteriores.
 
Las causas de clausura de los prostíbulos fueron no estar inscriptos
debidamente, o que las libretas de las pupilas no estuviesen al día. La clausura
era por tres días y ante reincidencia, la clausura total. Si se reincidía en el
ejercicio de la prostitución en el mismo local, dentro de los seis meses de la
clausura, la pena era el desalojo. Todo lo anterior quedaba sin efecto si las
mujeres que estaban en falta se inscribían debidamente. Por ello se les
entregaba una nueva libreta en el término de 24 horas [5].
 
Continuando con el deseo de hacer cumplir disposiciones municipales, se dispuso
que los bailes públicos no podían realizarse en posadas, casas amuebladas,
cafés, almacenes ó negocios al aire libre. Ello encauzaba la realización de los
mismos a los locales habilitados para ello y que estaban controlados por otras
disposiciones. Se prohibió que los bailes se realizaran en días y horas no
permitidas; la venta de bebidas alcohólicas, el ingreso portando armas de fuego
o blancas; la entrada y permanencia de menores de 18 años. El horario era de 20
a 24 horas, de acuerdo con el Reglamento Policial del 1 de noviembre de 1881, y
de 20 a 4 en carnaval. Se prohibieron los bailes cuando “la concurrencia en su
totalidad fueran prostitutas o gente de desorden“, según la Disposición Policial
de 1912. Los bailes de disfraz eran permitidos siempre que los concurrentes no
utilizaran ropas sacerdotales, militares, licenciosas “así como cambiar de sexo
en el vestir“[6]
 
Como broche, las autoridades municipales, la emprendieron contra el escándalo.
Por ello se condenó proferir palabras obscenas en público (insultos, ademanes,
cantos o bailes que ofendieran el pudor); incitación a menores a cometer actos
inmorales. Al mismo tiempo se impedía su ingreso a lugares de corrupción.
Igualmente se prohibían los baños en lugares públicos; los desnudos públicos;
las prostitutas que inciten o se exhiban. Finalmente y cerrando esta nómina, se
vedaba orinar en la calle. [7]
 
Estas disposiciones repuestas en vigencia con todo vigor en un intento casi
inútil de adecentar el ejercicio de la prostitución, se unieron al paso
inexorable del tiempo para liquidar los café–concerts, llamados para la década
de 1920 Cafés de las Figurantas. La mayoría de los supérstites, de su mejor
época estaban ubicados en el Paseo de Julio “ya ni el nombre le queda a este
paseo, que va a morir contigo, café de figurantas. Palacio de maravillas. Se
muere esta víbora de cien ojos luminosos que se enrosca en las plantas de la
urbe. El progreso va cerrando uno a uno sus ojos con el candente hierro
profiláctico. Pero aún llega a él aves trashumantes, cautivas de su hechizo. Aún
cantan sus viejas losas, la canción de los pasos sin sentido: Cafetín de las
figurantas: ya eres el cafetín de las ex figurantas. Pronto serás el ex cafetín
de las noches antiburguesas, de las noches noctámbulas, de las noches mojadas en
el amargor de la cerveza y en el agricultor del amor cotizable, único amor sin
trampas que va quedando a los hombres [...] Entre tanto en una especie de palco
situado frente a la puerta, entre guirnaldas y bombitas polícromas, alborota la
orquesta. Y en medio de esa baranda estridente y brillante, unas mujeres pálidas
flácidas, ojerosas son las flores marchitas del jardín del pecado. Son las ex
figurantas. Las ordenanzas municipales, pequeños cancerberos del pudor
ciudadano, les han hecho descender del palco donde antes se exhibían,
abandonando en el rincón de los secretos a voces, sus mágicos violines sin
sonido“[8]
 
El estallido del escándalo de la prostitución movió a las autoridades a disponer
el 24 de diciembre de 1930, un decreto municipal propiciando formar una comisión
para estudiar y revisar la legislación existente sobre el tema en todos sus
aspectos. Nada se realizó en concreto. Sin embargo, se iniciaba un nuevo
período, pues la Argentina había quedado atrás en esta materia y se hacían
necesarios los cambios. Así, el 27 de marzo de 1931 se nombró una comisión
especial para abolir la prostitución. Como muchas iniciativas anteriores, no
concretó nada. Poco después se dispuso restablecer la vigencia de la Ordenanza
Municipal del 30 de diciembre de 1925, que prohibía la prostitución y que no
había tenido vigencia efectiva.
 
Al desbaratarse el aparato de la Zwi Migdal, con los procesos y encarcelamientos
de los rufianes más importantes, las prostitutas se encontraron de buenas a
primeras libres. Tenían la posibilidad de dejar el oficio, de ejercerlo por su
cuenta, de retirarse ó de ingresar a otros prostíbulos. De todas maneras, era
mano de obra posible de dominar y aprovechar. Por ello se desató entre los
rufianes, agrupados o no en organizaciones, una verdadera guerra para continuar
el negocio de la Zwi Migdal, después de haber copado los restos subsistentes. Se
produjeron robos, asaltos, castigos, secuestros e intentos de reimplantar los
métodos despiadados de la compulsión extorsiva para imponer el trabajo
prostibulario a las mujeres antes dominadas. Coincidió con la presencia
delictiva de los secuestros extorsivos, que dieron realce a las acciones de
Chicho Chico y Chicho Grande [9]
 
Para aclarar el panorama de la prostitución y los implicados en ella, un fallo
judicial indicó que el delito de facilitar la prostitución puede ser cometido
por hombres o mujeres, mayores o menores de edad.[10] Después de este fallo no
había muchas excepciones para escapar a la acción de la ley.
 
Como signo de los nuevos tiempos que se estaban viviendo, en 1933 se abolieron
los prostíbulos en Rosario –desapareció el famoso llamado Madame Safó o Safo,
cuyos restos aún despiertan admiración– y se dispuso preparar una nueva
legislación para la abolición de la prostitución en toda la República. [11] El
11 de octubre de ese año se sancionó en Ginebra la Convención Internacional
contra la “Trata de blancas y niños“. Contiene 11 artículos y tiene importancia
pues es la fuente inspiradora para las modificaciones que se fueron
introduciendo en todo el mundo en materia de prostitución. La Ordenanza
Municipal 5.953 de 1934, dispuso la clausura de los prostíbulos en la Capital
Federal 
 
Las ocupaciones previas a la prostitución fueron: mendicidad, obreras,
empleadas, vitroleras, manicuras, cabareteras, sirvientas, partiquinas.[12]  
Resulta curioso y pintoresco mencionar que otro lugar de trabajo era la plaza
donde está la Torre de los Ingleses. A un costado de ésta, antes de la escalera,
estaba la llave que iluminaba todos los focos de la plaza. Cuando las
prostitutas habían conseguido candidato, lo llevaban a la plaza. Una apagaba las
luces y entonces trabajaban sobre el césped. Cuando la policía conoció esta
modalidad, al ver la plaza a oscuras, la rodeaba y al prender las luces, arreaba
a prostitutas y clientes a la seccional. si había resistencia y violencia, el
camino era por la calle Maipú, que casi nunca tenía luces [13].
 
 
III.- LA TRATA DE BLANCAS
 “… las sociedades de rufianes tenían a su cargo  todo cuanto se relacionara con
sus intereses, sin tener en cuenta a las mujeres, a quienes asignaban el mismo
papel de las bestias o algo peor, ya que su única misión era obtener dinero a
expensas de su cuerpo para disfrutarlo ellos en forma más degradante aún. Si
opino que esas infelices mujeres reciben peor trato que las bestias, es porque a
éstas, en interés de sus dueños está conservarlas para obtener mayor resultado
de su trabajo, mientras que aquellas deben ganar dinero para satisfacer los
apetitos incontenibles de los rufianes, que más salvajes que las mismas bestias,
no advierten que en su conveniencia estaría dar mejor trato a sus víctimas “
Comisario Julio Alsogaray, Trilogía de la trata de blancas (rufianes, Policía,
Municipalidad ) p. 234
 
Con la aparición de publicaciones especializadas en Derecho, se conocieron
algunos casos policiales y de la justicia referidos a la prostitución. Por
intermedio de ellos, es posible mencionar la condena de un marido por obligar a
ejercer la prostitución a su esposa. La sentencia es del 30 de junio de 1920 y
la causa se inició en 1912. Dos años más tarde, Benjamín L. (a) Jaime,
argentino, de 19 años, soltero, jornalero, atacó en la calle a la prostituta
Felisa P. como represalia por la tarifa cara que le cobraba cuando accedía a sus
requerimientos[14]. Este mismo año E. B., muy bella, argentina de 32 años,
esposa de R. S. ejercía la prostitución sin conocimiento del marido. Cuando éste
se enteró, inició el juicio de divorcio.[15]
 
El 2 de octubre de 1923 se conoció el fallo de la Cámara Criminal y Correccional
de la Capital que expresó: “La ley no reprime ni castiga a quien vive de la
prostitución, sino al que por medio de engaños, violencia o amenaza, abuso de
autoridad o coerción facilita la corrupción ó prostitución a menores de edad con
ánimo de lucro, para satisfacer deseos ajenos.[16]
 
El 6 de febrero de 1924, María L. denunció que Arturo R. la había obligado a
ejercer la prostitución en Buenos Aires y Rosario. ”Cansada de la mala vida se
había fugado, yéndose a vivir con otro hombre que le proporcionó un hogar
honesto“. Amenazada por R. que la encontró en la calle, lo denunció a la
policía. La justicia lo condenó a R. a 12 años de prisión con agravantes por
convivir con la persona a quien hacía ejercer la prostitución [17].
 
Otro caso fue el de Naum R. Se casó en 1920 con Adela T. prostituta de cabaret,
en la ciudad de Montevideo. Se separaron en 1922 y la mujer viajó a Buenos Aires
donde siguió trabajando como cabaretera. Conoció a Lucio A. y se casó con él en
1923. Este le permitió seguir trabajando en los cabarets. Cuando Naum R. se
enteró del nuevo casamiento, solicitó el divorcio acusando a su esposa de
bigamia.
 
Al año siguiente, Saúl Zabala, 36 años, soltero, pederasta, corrompía menores de
edad y se ofrecía a suministrar menores por dinero: había formado un grupo de 11
menores de edad con los que mantenía relaciones sexuales por dinero, que él les
daba [18].
 
Poco más tarde –1925- Adolfo Gustavo Q. M. denunció que Palmira Teresa L. le
robó dinero y un reloj de los bolsillos de su ropa, cuando tuvo relación con
ella, en la calle México al 300. Ese mismo año Enriqueta J. acusó a su esposo de
malos tratos y de procurarle clientes para ejercer la prostitución. Citó nombres
y lugares de cita donde concurría [19]. Finalmente en el mismo año, René M. H.
fue herida por su rufián en la calle Cobo 644 por haberlo abandonado. Era
prostituta desde varios años antes. Vivió con el heridor en 1922 y 1923, pero
cansada de los malos tratos a que era sometida, lo abandonó [20].
 
El episodio anterior ha de ser el anticipo de otra denuncia que ha de desatar el
escándalo de Zwi Migdal. Mientras tanto, según la revista Caras y Caretas, Perla
Pezelovska, fue secuestrada por Arnaldo Neiman y su mujer, por negarse a
trabajar para ellos como prostituta. El matrimonio la había recibido cuando
llegó de Polonia poco antes. También para la misma fecha, Juan Arnaldo ó
Arnaudo, vendedor de cocaína, fue detenido en Cangallo 2646.[21]
 
1926 ha de ser muy importante para este tema: en él ocurrió la primera denuncia
contra las maniobras de la Zwi Migdal, que no llegó a plasmarse en una acción
judicial, de acuerdo con la información suministrada por Alsogaray, y que
posteriormente Raquel Liberman reiteró en 1930[22] Esta señora había nacido en
Lodz, Polonia. Pertenecía a una familia muy pobre y tuvo una infancia y
adolescencia rodeada de miseria y privaciones. Se presentó un hombre, también
polaco, Jaime Cissinger, de regreso de América, con demostraciones de dinero y
la pidió en matrimonio. Se casó con ella. A su arribo a Buenos Aires fue
obligada a ejercer la prostitución contra su voluntad. “Fue golpeada
corporalmente y maltratada moralmente“ [23]
 
Partiendo de una investigación anterior que plasmó en la minisere Te llamarás
Raquel, Mirtha Schalom, relata en La polaca, inmigración, rufianes y esclavas a
comienzos del siglo XX (Buenos Aires, Norma, 2003) la historia de Raquel
Liberman (Ruchla Laja Liberman, tal era su nombre original), una mujer corajuda
que se atrevió a denunciar a la red de prostitución armada por la organización
judía Zwi Migdal, allá por las primeras décadas del siglo XX. La denuncia
realizada ante el Comisario Alsogaray fue utilizada para enfrentar a la
organización delictiva que venía operando impunemente desde 1906.
 
La trata de blancas, en esta etapa es violenta ó compulsiva, y aunque ya se
venía realizando desde 1890, en este período se organizó como empresa. Hacemos
especial referencia al caso Raquel Liberman, que se atrevió a denunciar a la Zwi
Migdal, ratificando en 1930 su denuncia de 1926. Los rufianes se habían dado
cuenta de que aisladamente, ejerciendo su profesión independientemente,
perderían fuerza operativa. Por ello aplicaron el axioma popular “la unión hace
la fuerza“, y fundaron, el 7 de mayo de 1906 la sociedad de ayuda mutua que
titularon “Varsovia“, de la que más tarde se desprendió otra que denominaron
“Asquenasum“. Oportunamente los más decididos y vinculados se asociaron en la
definitiva “Zwi Migdal“ que significa “Gran fuerza“ Algunos rufianes viejos
creen que la elección de ese nombre se debió a su propio significado, en cambio
otros, opinan que se la designó en homenaje al rufián fundador, apellidado
Migdal. Por decreto del 20 de agosto de 1929, las autoridades de la provincia de
Buenos Aires, aceptan el cambio de nombre y jurisdicción.
 
En la Capital ó en cualquier punto del país, con muy contadas excepciones, todo
lo que tuviera relación directa ó aproximativa con el ejercicio de la
prostitución no escapaba a su acción de fiscalización y control. En los
distintos destinos que Alsogaray tuvo, había reunido muchas pruebas sobre la
gravedad de los delitos cometidos. Por falta de oportunidad había tenido que
diferir su intervención. La denuncia de la señora Liberman le brindó la
oportunidad esperada. Con celo y rigidez procesal, logró que la justicia
interviniera y a pesar de dilaciones y maniobras, el fallo fue condenatorio para
la organización Zwi Migdal y la mayoría de sus miembros.
 
En el capítulo V de Trilogía de la trata de blancas (rufianes, Policía,
Municipalidad), Buenos Aires, edición del autor, 1933, p 189, en plena lucha
contra varios rufianes de esta organización y ante un fallo absolutorio en un
juicio contra uno de ellos, Alsogaray dice: “Resultado de estas probanzas fue
que el juez se convenciera de las enormes dificultades a vencer para abatir a la
Migdal. Si al procesamiento de un solo rufián se lo obstaculizaba en esa forma,
cómo sería con aquella, cuyos socios, organizados en “mafia“ pasaban de
quinientos. Para los que ignoraban los antecedentes de esos entretelones –muchos
por cierto- el asunto era sencillo, pero muy complicado para los que estábamos
al tanto de todo lo que se incuba en ese mundo de la delincuencia, llámese
Migdal o Investigaciones“
 
En la p 190 prosigue: “Ya no hubo tregua, pues, de una ni de otra parte. El juez
allanó el local de la Zwi Migdal  en la calle Córdoba Nº 3280, incautándose de
la correspondencia y de los libros estimados de utilidad para sus
comprobaciones. Luego de otras diligencias no menos importantes, sobre las
actividades de los componentes de la Migdal, consideró llegada la oportunidad de
ordenar su procesamiento, por haber incurrido en el delito de asociación
ilícita, expresamente determinado en el título VIII, capítulo 2º, artículo 228
del Código Penal “. El auto respectivo fue dictado el 24 de mayo de 1930 y corre
a fojas 557 del sumario principal. Precedido por breves consideraciones,
menciona el nombre de todos los asociados, cuya orden de captura impartió la
policía
 
La revista CARAS Y CARETAS (Año XXXIII, Nº1653 DEL 7/6/30), dedica varias
páginas a la captura de los rufianes y sus mujeres, con un título a dos páginas:
El sensacional proceso a la sociedad Migdal, y este subtítulo: “Las
investigaciones, dirigidas enérgica y hábilmente por el juez de instrucción
doctor Rodríguez Ocampo, permitieron sorprender a una de las sociedades más
poderosas, compuesta íntegramente por tenebrosos“ y publica fotos de la
detención de los rufianes: Oscar Wengrevich, Máximo Grosman, Samuel Siffles,
Mastoisky, Mauricio Steinberg, José Rouman, Mauricio Lachman, Cysman Miguel
Klaiman, Salomón José Korn, Isaac Bendimol, Salley Brin, y de las socias
“madamas“ de prostíbulos Rosa Ch. Ursebbo, Cina A de Mittelchtein, Esther Kohn,
Amalia Lichtenfeld.
 
Luego Alsogaray relata innumerables incidentes jurídicos, hasta el hecho de ser
apartado del proceso el Dr. Rodríguez Ocampo, por dos meses y diez días, tiempo
que utilizó la “mafia“ para destruir y neutralizar pruebas. Hasta que llegó “el
27 de septiembre de 1930, día en que el Dr. Rodríguez Ocampo dictó prisión
preventiva de todos los rufianes que pudieron ser detenidos, 108 en total,
incluso las mujeres, ordenando a la vez la captura de los restantes, prófugos,
cuyo número alcanzaba a 334“.
 
”Comprobaron los autos, también, que una parte de los mismos individuos
desplegaba simultáneamente otras actividades delictuosas, no menos lucrativas,
como ser contrabando, juegos prohibidos y toda suerte de infracciones punibles.
Finalmente, se demostró que el famoso cementerio de Avellaneda, al que sólo
pueden entrar cadáveres de rufianes, constituye otro atentado de mayores
proporciones tal vez que la misma trata de blancas. Es que la insensatez no
tiene explicación, por desfigurada que se la presente a los ojos de las demás.
¿Cómo justificarla, entonces, invocando filantropía ó sentimentalismo que
coexisten en quienes sufren atrofia moral?" (p 200)
 
“Lográronse constancias de algo normal y extraordinariamente bochornoso: la
Capital de la República, contaba en su seno con una sociedad de rufianes con
estatutos aprobados, personería, establecida la sede de sus deliberaciones en un
edificio suntuoso… Nada faltaba para que su parecido fuera semejante al de las
asociaciones lícitas: la Migdal tenía un activo y un pasivo, representado el
primero por la mujer convertida en capital y el segundo, aunque infinitamente
menor, por las coimas y otras dádivas ilegales que se veía forzada a dar para
asegurarse la impunidad. El problema de la trata de blancas no es una novedad en
el país ni puede causar extrañeza su difusión, tal cual se practicaba años
atrás. Lo extraño, lo increíble, lo inaudito, es el perfeccionamiento y
organización adquiridas en los últimos tiempos, como si se tratara de la
explotación de una industria ó empresa comercial, basada en cálculos
matemáticos, cuyo progreso sorprendente advertían sus propulsores “ (p 220).
 
En 1933, testimonia Alsogaray, "los remates de esclavas se realizan con tanta
frecuencia como antes pero menos aparatosamente, porque como han pasado a ser
operaciones sencillas, de orden común, se evitan precauciones juzgadas
innecesarias, desde que no es obligatoria la presencia en la subasta. Este
requisito se considera indispensable cuando se trata de una recién importada. Si
es prostituta conocida la que se pone en venta, por causas de antemano
divulgadas entre los rufianes, la suma a pagar no debe exceder de dos mil
quinientos pesos. Las indemnizaciones consisten el pago de una cantidad obligada
al rufián que acepta la mujer de otro para continuar explotándola. Al que se ve
privado de ella por muerte, enfermedad agotamiento, le procuran la sustituta y,
si no la encuentran, le facilitan dinero para que vaya a Europa a conseguirla,
si las esclavas exteriorizan alguna protesta ó no cumplen estrictamente las
exigencias del rufián, las trasladan de un prostíbulo a otro donde les espera un
recibimiento y permanencia espantosos, Y a buen seguro no le quedan ganas de
reincidir“ (p 126).
 
El diario Crítica y otros prestaron mucha colaboración en la publicidad de los
delitos, a fin de formar conciencia pública condenatoria de los rufianes y
alcahuetes amparados por la complicidad de algunos sectores de funcionarios. Los
delitos concomitantes con la actividad de la Zwi Migdal fueron; violaciones,
estupro, mancebías, seducciones, secuestros, raptos y adulterios reiterados [24]
 
En el momento de descubrirse la siniestra trama prostibulera, la organización
denunciada tenía en Capital Federal 192 prostíbulos en funcionamiento. [25] Se
ha calculado el número de mujeres sometidas al tráfico infamante en 30.000.
Otras estimaciones sitúan esa cantidad en menos de 2.500. Por su parte, un
estudio realizado sobre prostitutas indica que las mujeres se iniciaron
sexualmente entre los 17 y los 27 años [26]. Este amplio espectro sirve para
comprender las enormes ganancias dejadas por la prostitución, ya fuera a los
rufianes de la Zwi, a los franceses y aún a los rufianes del café con leche.
Explica por qué los rufianes afrontaban la cárcel antes que el abandono de la
explotación de las mujeres.
 
El panorama de esos momentos de la prostitución en la Capital Federal y sobre
los intereses quedaron afectados por la decidida denuncia de Raquel Liberman y
la acción cumplida por Alsogaray. Es posible realizar la siguiente cuenta: total
de prostitutas sometidas a la Zwi Migdal: 2000; cantidad de servicios prestados
por cada una de ellas por día: 40 ; días trabajados al mes: 20 ; al año: 240.
Precio mínimo promedio cobrado: $2. Para las mujeres $1. El total mínimo
calculado llega a $ 9.600, para cada una de ellas. Para la Zwi, en cambio,
significó $ 280.000. En esos momentos un gramófono de mesa costaba $ 25; una
máquina de coser,$60; una cama de bronce inglés, $ 47. Si era de acero, $ 39. Un
juego de comedor, formado por 23 piezas, estándar, $295 y el mismo precio era
para un juego de dormitorio completo [27]
 
Estos precios dan la pauta del poder adquisitivo del dinero en aquellos años y,
por ello, el peso de los capitales que estaban radicados en los prostíbulos y la
explotación de mujeres. Corroboran lo anterior, respecto del poder de dinero que
concentraba la prostitución y sus altas cifras, las manifestaciones respecto de
la actitud de la señora Liberman para reunir el dinero necesario y simular la
compra por un tercero de su libertad: en realidad fue ella quien reunió ese
monto [28]
 
Luego ya liberada, abrió un negocio en la calle Callao y cuando nuevamente fue
sometida, tras un falso casamiento, fue despojada de joyas y $ 100.000. Si
desconfiamos de la capacidad de ahorro de la señora Liberman, se probó ante la
justicia la compra de su libertad y el despojo posterior. La única pregunta que
cabe hacerse, expresa Andrés Carretero en Prostitución en Buenos Aires es: ¿cómo
se las ingeniaban ella y las otras prostitutas para guardar el dinero reunido
tan penosamente y evitar el despojo sistemático? ¿Lo guardaban debajo del
colchón, en la almohada, lo daban a un tercero de confianza, ó lo depositaban en
algún Banco?[29]
 .
Algunas estimaciones de época daban como ingreso diario las siguientes cifras de
acuerdo con la categoría de prostituta: Cocotte: $100 ; cabaretera $30;
prostituta clandestina $ 20 ; girante $15 y alcahueta menos de $5. En esos
momentos, la prostitución clandestina tenía un período de esplendor. Se
destacaban las mujeres que la practicaban preferentemente en las cortadas ó
pasajes como el de San Mateo en pleno Palermo.
 
En 1927, Albert Londres, un pionero en el periodismo de investigación,
denominado “príncipe de los periodistas“, pues supo llevar su profesión a un
lugar de prestigio e instaurar una marca que sólo unos pocos pueden alcanzar: la
del compromiso con la verdad por encima de cualquier otro valor, llegó, por
exóticos derroteros y destinos, en los márgenes más oscuros, a encontrar
motivaciones para investigar lo que otros no se atrevían, en nuestro país,
siguiendo el tráfico de prostitutas desde Francia y develó los pormenores de ese
siniestro comercio. Conservó ese espíritu hasta la fatalidad. En 1932 el
paquebote George Philippar en el que viajaba se incendió en el Océano Indico y
los tripulantes fueron obligados a descender frente a las costas del Golfo de
Adén. Una biografía escrita por Pierre Assouilne en 1989 y un trabajo
posteriormente realizado por Veronique Hamel, confirman que Londres tomó un bote
salvavidas y regresó al barco en busca de unos manuscritos “explosivos“
recogidos en Shangai. La investigación olvidada en su camarote, revelaba las
rutas del tráfico de opio hacia Europa. Las conjeturas acerca de su desaparición
son múltiples y van desde las más siniestras maniobras de la mafia china, hasta
su propia impericia frente a las llamas. Lo cierto es que desde ese día nunca
más se supo de él. De la denuncia no existen copias.
 
La investigación sobre la trata de blancas entre Francia y Buenos Aires fue
publicada en el año 1927 bajo el titulo de Le Chemin de Buenos Aires (La traite
de blanches). La portada del libro refleja de una manera muy cándida el trato de
un caften hacia una prostituta. La Editorial Claridad lo reeditaba con tirajes
de 10.000 ejemplares y precio muy bajo, en factura rústica, con cierta intención
agregada a lo simplemente comercial: hacer docencia sobre los males del comercio
sexual. En1998 la obra mereció una buena edición española. El éxito sostenido
del libro de Londres, se supone que se debe al lenguaje llano, que sobrevuela
por encima de esa realidad sórdida siempre cercana, que crecía y que adoptaba
nuevas formas y que aparecía con frecuencia en los diarios y revistas aunque con
más circunloquios, situando los autores de las notas la defensa de los valores
de la familia o de las mujeres. Juan José de Soiza Reilly, Josué Quesada y otros
periodistas combativos abordaban periódicamente el tema, sugiriendo, dando
indicios, siempre con pocos datos verificables.
 
El camino de Buenos Aires comienza con el encuentro de Albert Londres y unos
cafishos en una confitería de París. Llega uno, vestido como un maniquí, cargado
de billetes de mil francos. “Venía de remonta“, ó sea, de buscar mujeres para
exportar “ -¿de Egipto? - ¿De la Villette? - ¡De Buenos Aires!”
 
Albert Londres se prestaba descender del Malta cuando fue interceptado por la
policía, en las escalinatas del barco. Eran las cuatro de la tarde de un 27 de
febrero caluroso. Tras una serie de averiguaciones acerca de su persona y
objetivos en Buenos Aires fue detenido. El motivo: la ausencia de un comprobante
que garantizara que no poseía ningún prontuario ni deudas con la
justicia.”Veamos a Romindato, empleado en el puerto y pariente de un policía.
Este hace detener a los traficantes cuando desembarcan. Al día siguiente va a
verlos y les dice: ¡He sabido de su desgracia! Y por doscientos pesos los deja
marcharse“. La Compañía Chargeurs Reunis, dueña del Malta, pagó la fianza y
Londres recuperó la libertad. De las bodegas empezaron a descender adolescentes
traídas desde Francia. “Los fardos“ (expresión que denotaba la situación de
apiñamiento en la que viajaban) formaban parte de un comercio clandestino
diseñado por los mercaderes de Europa y América del Sur.
 
Londres se alojó en un hotel ubicado en calle 25 de Mayo al trescientos. Una vez
instalado allí, comenzó a repartir su tiempo entre las reuniones con personas
vinculadas a la “corporación“ y el ocio. La posibilidad de “vivir entre ellos y
estudiar sus oscuras costumbres", comenzó a seducirlo. Una serie de contactos le
permitieron acceder a Camilo Fouquére, alias “El Moro“. El viejo “caften“ que
aún conservaba su patente de importador, lo interiorizó sobre el tráfico de
mujeres y lo acercó a algunos integrantes de la red que operaba en los bajos
fondos porteños. En poco tiempo Londres logró inmiscuirse entre los “caftens “ y
descomprimir el hermetismo de la reluciente organización, consentida por
políticos, hombres de negocios y policías.
 
Las impresiones de Londres sobre la zona del bajo de Buenos Aires que incluyen a
prostitutas y “caftens“, tugurios y barrios, conforman uno de los mejores
pasajes del libro. Esa parte de la ciudad es sin dudas el escenario del hampa.
“Recorrer Buenos Aires no es caminar, es jugar a las damas con los pies. Uno se
cree un peón sobre el damero (…), tiene exactamente tanta fantasía como una
geometría: paralelas, perpendiculares, diagonales, cuadras“. Si bien la
laberíntica ciudad lo abrumaba, el francés no tardó en caer bajo sus encantos.
Las casas “más bellas que las de París“, las esquinas iluminadas y el estilo
colonial fueron algunos de los aspectos que más le impresionaron.
 
Sin embargo, la zona del puerto acaparó su atención. “Yo he visto puertos ( …)
pues bien en nombre del respeto que a veces tengo por la verdad (…) ver la Boca
es ver algo más también. La Boca: La Boca de Buenos Aires". Los barrios cercanos
al puerto eran un hervidero. Al respecto escribe Londres: “Las encontraréis en
la Boca, es decir, en el propio bajo fondo, no solamente en el fondo de Buenos
Aires, sino en el fondo de todo, y aún algo más. Las encontraréis solitarias, en
su casita, en su maison francoise, en todas las cuadras de este vasto damero de
Buenos Aires ( …).La Boca parece la conciencia que se hubiera cargado de todos
los pecados mortales y que abatida viviera allí en medio de la maldición“.
 
Sobre el auge de las “casas francesas“ dice Albert Londres que hay cuatro por
manzana, con cortinas reglamentarias rosadas ó de color crema. Recorre la zona.
“Paseaba de Cangallo a Sarmiento, de Córdoba a Lavalle, de Tucumán a Viamonte
[...] cansado de las calles perpendiculares, echaba por las horizontales y se me
veía en Suipacha, en Esmeralda, en Maipú, en Florida. Descendía hasta 25 de Mayo
y volvía a subir hasta Medrano “.
 
Las mujeres eran seleccionadas y luego repartidas entre los propietarios de los
clubes nocturnos, Algunas partían hacia Rosario y Mendoza. Otras eran devueltas
Cuando las muchachas son descubiertas, las autoridades sudamericanas las
reembarcan en el mismo vapor. Pero, jamás se ha visto una franchuta devuelta a
bordo. Comprendo esto muy bien “. Pero ante su asombro el negocio no sólo era
propiedad de los franceses. La trata de blancas había sido acuñada por los
polacos que a diferencia del “método francés“, trabajaban a domicilio. Se hacían
llamar comerciantes de pieles y compraban a las adolescentes con la anuencia de
sus padres. Sucesivamente le ofrecían un contrato donde dejaban constancia del
importe a pagar y el período por el que alquilaban (hasta tres años) a sus
hijas. Según Londres: “Las familias que tienen muchas hijas son las más
buscadas, pues representan más ventajas: Cuanto más negra es la pobreza, tanto
más segura es la remonta (ir en procura de mujeres para exportar). Son
comerciantes serios y previsores. Algunos almacenan“.
 
Los retratos casi fotográficos ocuparon una parte significativa del libro de
Londres. Entre otras cosas, esa mirada ajena le permitió observar el andar
cotidiano de una ciudad que parecía funcionar bajo sus propias leyes. “Los
primeros días no podía sustraer la tentación de coger a los transeúntes por los
faldones de sus gabanes y decirles: ¡No vayan tan ligeros! Llegarán siempre
temprano a la tumba“. Buenos Aires tenía dos millones de habitantes. Y el ritmo
de una metrópoli. ”Los tranvías que causan estremecimientos a los peatones de lo
cerca que pasan de ellos; los vendedores de diarios de la tarde: Crítica, La
Razón; la muchedumbre frente a los remates…“ Algunas de las impresiones de
Londres guardan una extraña actualidad. Como así también ciertos rasgos de
idiosincrasia nacional. “No me cansaba de mirar a los argentinos a causa del
triunfo permanente que llevan como una pluma en la mirada ( …).Esos atrevidos,
pensaba yo, levantarían en sus brazos el Arco del Triunfo si los dejáramos“.
 
Albert Londres pasó por Buenos Aires. Descubrió el tráfico de prostitución de
Europa hacia América del Sur y se marchó. Luego escribió: “¡Bueno! Aquello era
Buenos Aires (…) toda una gran ciudad (…), la primera de la América del Sur (…)
Tiene en el corazón de los argentinos el mismo lugar que el sol en el cielo. Es
la luz“.
 
En una conclusión expuesta al final del libro se lee: “El rufián no crea. No
hace más que explotar lo que encuentra. Si no encontrara esa mercadería, no la
vendería. Únicamente sabe quien es la fábrica. Conoce la fábrica de donde sale
la materia prima, la gran fábrica: La Miseria".
 
En el capítulo final, pronuncia casi a modo de epitafio:”Yo he querido descender
a los fondos más bajos donde la sociedad se desembaraza de lo que la amenaza o
de lo que no puede alimentar. He querido ver lo que nadie quiere ver ya. Los que
viven sin cadenas, sin miserias, los que comen todos los días promueven tal
ruido por su propia cuenta, que no pueden oír las quejas que suben desde abajo
“.[30]
 
De la denuncia realizada por Albert Londres se critica su visión patriótica y
maníquea: francesas finas, casas francesas cuidadas y hasta elegantes frente a
rusas y polacas de poca categoría (La Boca sería el barrio bajero que las
alojaba), al final, los criollos y las criollas contra los “caftens“, judíos
sórdidos importadores de niñas rusas y polacas engañadas con el casamiento real
o fingido con paisanos que visitaban las aldeas y se las llevaban mediante una
suma de dinero a los padres[31].
 
Su discurso está en sintonía con el antisemitismo que se manifestaba
abiertamente en esos años. La Zwi Migdal era, realmente, una organización
criminal, bajo la apariencia de una sociedad judía de socorros mutuos, pero la
denuncia de Albert Londres, es pobre. Se limita a criticar al los “rusos“, lo
mismo que a los criollos, compadritos que llevan y traen mujeres de un pueblo a
otro, de Montevideo a Buenos Aires, pendencieros y sin educación.
 
Hay ironía pero hay empatía. No así en el capítulo XVII: Polacos. El racismo es
lo que se espera pues esos años fueron pródigos en antisemitismo aún donde no
era previsible. Aparece en Graham Greene, en Roberto Arlt, en los nacionalistas
y algún socialista. “Las sangres mezcladas no sirven para nada …” se queja un
cafisho que, naturalmente prefiere a las francesas puras. Londres relata: “veía
a las aldeas judías de Palestina y al mismo tiempo rozaba con el codo a lo largo
del Río de la Plata polacos y más polacos. Es de allá de donde estos hombres
traen a esas muchachas (...) ¿Es que no vería nunca gente de mi especie?"
 
Para Albert Londres la Boca es el reino de los Polacos. Describe los cines
pornográficos y los bares:”En (ese) estrado tocan el violín veintidós mujeres.
Todas ellas ejecutan movimientos con los brazos y sin embargo no se oyen más que
las notas de tres instrumentos. Menciona las “casitas“: despiertan en el autor
el recuerdo de los fumaderos de haschich en el Cairo. Deja claro que ese barrio
es el escalón más bajo de la prostitución en la ciudad: las polacas cuestan dos
pesos, las francesas en el centro valen cinco.
 
En 1928, Luis Rubistein, inspirado en la obra de Londres sobre la trata de
blancas, compuso El camino de Buenos Aires. El tango, con música de Francisco
Nicolás Pracánico, fue grabado junto a Juan D’ Arienzo e interpretado por el
cantor Carlos Dante, para el sello Electra. “Esta letra de un Rubistein aún muy
rudimentario, que habla de un caften ( rufián ) criminal, lo enfrentaba con la
poderosa Zwui Migdal, mafia de tratantes judíos“ (Nudler, Julio. Tango Judío,
del ghetto a la milonga. Bs. As, Sudamericana,1988).
 
 
 EL CAMINO DE BUENOS AIRES
 Letra:Luis Rubistein –Música: Francisco Nicolás Pracánico.
Grabó: Carlos Dante acompañado por tres guitarras
(1928)- Disco Electra – matriz 143
 
I
Yo recuerdo la mañana que llegaste ilusionada
En aquel vapor tan grande que de Francia te buscó
Tu bagayo era el ensueño reflejado en tu mirada.
Tu mirada dulce y pura que muy pronto te perdió
Yo lo sé que fuiste buena, pero un día, francesita,
En la historia de tu vida indeleble se grabó
La miseria despiadada, hizo nido en tu casita
Y caíste sin saberlo en las manos de un macró
 II
Te pintó los paraísos de un país desconocido.
Donde dijo que tendrías mucha plata pá mandar.
Y el camino a Buenos Aires, el camino maldecido
Tu silueta de engañada como escarnio vio pasar.
1ºBis
Fue muy rudo el desengaño al saber que te esperaba
Una vida de impudicia que tu mente ni soñó.
El fantasma de la infamia su tentáculo cerraba.
Y en los mares de la angustia tu quimera naufragó
Y en la pública subasta, como res que va a la feria.
Así fuiste, pobrecita, donde un caften te arrastró.
Mientras tanto tu viejita se ha quedado en la miseria.
Aún espera los mendrugos que el canalla le ofreció.
2ºParte Bis
Como vos, muchas mujeres engañadas que llegaron
Y que como vos soñaron un edén artificial.
Hoy son flores deshojadas sin amor, hogar ni ritmo.
Pasionarias del abismo por un caften criminal.
 
 
Seis décadas más tarde El camino a Buenos Aires sería llevado al cine por el
director Juan Bautista Stagnaro. El film El Camino al Sur retomó la idea central
de Londres, haciendo principal hincapié en el trasfondo social de la época. La
coproducción argentino-yugoslava fue estrenada en 1988. Entre los actores más
reconocidos figuraban Adrián Ghío, Osvaldo Santoro y Mauricio Dayub.
 
 
IV.- ESCRITORES Y POETAS DE LA ÉPOCA
 
 Han pasado diez años que zarpó de Francia,
 Mamuasel Ivonne hoy solo es Madam…
 La que va a ver que todo quedó en la distancia
 Con ojos muy tristes bebe su champán.
 Ya no es la papusa del Barrio Latino,
 Ya no es la mistonga florcita de lis,
 Ya nada queda …Ni aquel argentino
 Que entre tango y mate la alzó de París
 
 Madame Ivonne
 (Tango de Luis Visca y Enrique Cadícamo ), 1933
 
 
ROBERT LEHMAN – NITSCHE, es el caso de otro extranjero que contribuyó a crear y
consolidar el mito de las grandes ciudades argentinas como metrópolis del
pecado. Este prestigioso profesor austríaco de Sociología escribió el pintoresco
Textos eróticos del Río de la Plata que se publicó en 1923 en Alemania. El autor
se escondía bajo el seudónimo de Victor Borde, “un viajero curioso“, y es una
fuente inagotable: prácticamente todos los temas de prostitución y la jerga y el
cancionero, están en su libro. Su obra puede ser leída de varias maneras, una,
la del lector común, que se asoma a un mundo pintoresco, sórdido y a la vez
seductor por sus contrastes. Otro, el del sociólogo que mide la relación entre
poder y delito, poder y corrupción. Otro aún, el que recoge los testimonios
literarios, un cancionero, casi un folklore. Hay más: la reconstrucción de una
sociedad estratificada, con racismo, doble juego en las relaciones personales y
de  géneros, el sexo y el amor que empiezan a teñir una relación que fue
básicamente: una compraventa, y las mujeres de los prostíbulos menos anónimas e
invisibles entrando en el tango, el cine nacional, las radionovelas, la crónica
periodística.
 
 
JOAQUÍN EDWARDS BELLO era chileno y pertenecía a una familia de diplomáticos y
conocidos escritores. Su visión de los argentinos es poco piadosa pues deja
entrever que habla de personajes reales a medias identificados, que viven del
juego y las prostitutas. Sin embargo, en dos de sus libros, Chilenos en Madrid y
Criollos en París (1933) deja en claro que se “trata de un carácter social“ y no
nacional, que habla de algunos hijos de la alta y media burguesía
hispanoamericana que aprovechan la buena cotización de las vacas, los cereales,
el estaño, el cobre y los fosfatos, para sobrevivir a fuerza de expedientes y
trampas mientras llegan los cheques y cupones salvadores. Manifiesta que sólo
unos pocos se vinculan con el tráfico de mujeres.
 
 
CARLOS MUÑOZ Y PÉREZ, este poeta porteño expresaba la exasperación de los
costados más oscuros en unos versos que tuvieron rápida aceptación. Sus
seudónimos: Carlos de la Púa y El Malevo Muñoz. Su único libro, La Crencha
engrasada (1928).  El uso de una jerga a medias entre el lunfardo de la calle y
lo que trascendía del criptolenguaje de la mala vida, aparece con tono casi
paródico. Los temas que representan en pocas líneas las complejas relaciones que
ligaban a los hombres y las mujeres de la prostitución.
 
La canción de la mugre es su poema más conocido. Empieza diciendo: “Mi macho, es
ese que ves ¡pinta brava!" y a continuación detalla la devoción y la sumisión
que le hacen desear que la casque, la insulte y la cafichee. “Sus biabas me las
pide el corazón“, dice la mujer. Los personajes femeninos del Malevo Muñoz son
las mujeres de la noche y las compañeras fieles de los delincuentes, como
la ex canchera:
(…) La que a todo canero
pecuniariamente
ayudó sin grupo, le paró el buyón,
y además de pilcha y pliego pa indulto
le daba su amor.
La grela de línea, la taquera pura
Que de pichibirla conoció el rigor
Con aquel malevo de lengue y de faca
Ó con otro peor.
La copropietaria del queco la Lula
Palanca con todos los púas
De acción en cuyo cotorro
Volcaban los chorros
Todo lo mejor.
Hoy, vieja, arruinada, con
 pilcha rasposa
-la que era de línea, la taquera fiel-
salva la busarda junto a la cancela.
¡La chinche en el coco se le fue tal vez!
 
La ex canchera era, entonces, la que ayudaba al preso parando la olla y
pagándole el abogado; la prostituta anotada en la comisaría que ligaba miserias
sin buscarlas y sólo por vivir con un malevo de pañuelo blanco al cuello; la
codueña de la casa de citas que ayudaba a todos y reducía lo robado por los
tipos vivos (agudos, finos), y al final, ya vieja, come todos los días gracias a
su trabajo de portera en la entrada del prostíbulo. Tal vez la sífilis –concluye
el autor– la alcanzó con todo su rigor.
 
La pasión por los temas de la noche y la malavida era compartida por muchos
intelectuales. Fue una marca de la época. Carlos de la Púa, dedica una parte de
La Crencha engrasada, Los laburos, “A mis rivales en el cariño a Buenos Aires:
Nicolás Olivari (autor del libro de poemas El gato escaldado, 1929, en su
portada se ven a tres prostitutas acicalándose), Raúl Gonzalez Tuñón y Jorge
Luis Borges“
 
 
TANGO Y CABARET. Si bien no hay constancias de que el tango naciera en los
prostíbulos, es cierto que allí se bailaba y mucho. Las academias eran sitios
aledaños a las casas de tolerancia, gestionados por hombres que entraban al
negocio de esa manera, ya que la ley exigía que la Casa misma fuera regida por
una mujer. En otros casos, se instalaban como negocios independientes que
servían para el entretenimiento o de tapadera para un “clandestino“ (piezas para
citas).En todos los casos la mujer cambiaba la ficha de lata que había pagado el
cliente y cobraba su comisión. “Latero“ pasó al lunfardo como sinónimo de
cafisho porque éste solía cobrar las latas de su mujer o esperarla para que le
diera la comisión. Aparece, en documentos del siglo XIX, como un insulto grave.
En España, actualmente, se usa latero para el varón que se prostituye.
 
 
ENRIQUE CADÍCAMO está entre los grandes poetas de la Argentina. Es también un
testigo privilegiado – por su larga vida y su relación con distintos estratos de
la intelectualidad – y un historiador. Autor de letras de tango como La Casita
de mis viejos, Nostalgias, y relativos a la prostitución: Basta un poema suyo
para conocer de cerca un prostíbulo del 900. En El farol colorado, dice:
 
"Hubo hace muchos años,
en la Isla Maciel,
un turbio atracadero de la gente nochera,
ahí, bajaba del bote la runfla calavera,
a colocar su línea y tirar su espinel.
Se llamaba ese puerto. El Farol Colorado,
Y en su atmósfera insana, en su lodo y su intriga,
Floreció la taquera de la lata en la liga,
de camisa de seda y de seno tatuado.
Al entrar se dejaban, como en un guardarropa.
Los taleros. Revolver` s y los cabos de plata.
La encargada era una criolla guapa, ancha y mulata,
Que estibaba las grasas en la proa y la popa.
La pianola picaba los rollos de los tangos.
El cine picaresco iba horneando el ambiente
Y del patio llegaba una copia indecente
En la voz de un cantor de malevo arremango.
Cuando de alguna pieza se oía la jarana
de la hetaira que a veces no se mostrara activa,
una frase en polaco de la regenta, iba
como un chirlo en las nalgas de la más haragana “
 
Compuso con Luis Visca en 1929, Muñeca Brava y en 1933, Madame Ivone.
 
 
MUÑECA BRAVA
Che “madam “ que parlás en francés
Tirás ventolín a dos manos,
Que escabiás copetín bién frapé
Y tenés gigoló bién bacán…
Sos un biscuit
De pestañas muy arqueadas…
Muñeca brava
Bien cotizada
¡Sos del Trianón …
del Trianón de Villa Crespo …
Milonguerita,
Juguete de ocasión…
 
Tenés un camba que te hacen gustos
Y veinte abriles que son diqueros,
Y muy repleto tu monedero
Pá patinarlo de Norte a Sud …
Porque a los giles mareás sin grupo,
Pá mi sos siempre la que no supo
Guardar un cacho de amor y juventud.
 
Campaneá la ilusión que se vá
Y embrocá tu silueta de rango,
Y si el llanto te viene a buscar
Escurrí tu dolor y reí…
Meta champán que la vida se te escapa.
Muñeca Brava,flor de pecado …
Cuando llegués
Al final de tu carrera,
Tus primaveras
Verás languidecer.
 
 
MADAME IVONNE
Mamuasel Ivonne era una pebeta
Que en el barrio posta de viejo Montmartre,
Con su pinta brava de alegre griseta
Animó la fiesta de Les Quatre Arts.
Era la papusa del barrio latino
Que supo a los puntos del verso inspirar …
Pero fue que un día llegó un argentino
Y a la francesita la hizo suspirar.
 
Madame Ivonne,
La Cruz del sur fue como el signo,
Madame Ivonne,
Fue como el signo de tu suerte …
Alondra gris,
Tu dolor me conmueve,
Tu pena es de nieve …
Madame Ivonne …
 
Han pasado diez años que zarpó de Francia.
Mamuasel Ivonne hoy solo es Madam..
La que va a ver que todo quedó en la distancia
con ojos muy tristes bebe su champán.
Ya no es la pausa del Barrio Latino,
Ya no es la mistonga florcita de lis,
Ya nada le queda … Ni aquel argentino
Que entre tango y mate la alzó de París.
 
 
V.- EL SISTEMA ABOLICIONISTA: LEY 12.331
 
 “Podemos en efecto preguntarnos si es equitativo hacer llevar por la mujer
 todo el peso de las consecuencias de un acto que ha podido cometer más que
 por que el hombre se ha hecho su cómplice. Por lo tanto, el hombre que paga
 para que la mujer ponga su disposición, el hombre que a menudo
 aprovecha de la miseria material y moral de la mujer para incitarla al 
libertinaje:
el hombre está libre para conquista; la mujer perseguida castigada por este
hecho.”
Giménez, 1931:19
 
Como antecedente a la legislación que liquidó las reglamentaciones cabe destacar
que a mediados de 1935 se sancionó un nuevo Decreto Municipal por el que se
dispuso la clausura y desocupación inmediata de casas ocupadas por prostíbulos,
de acuerdo con la autorización que emanaba de la Ordenanza del 16 de junio de
1919. Este decreto comprendió también a hoteles y fondas con alojamientos, casas
amuebladas y posadas.[32] El 22 de febrero del mismo año la Resolución del
Ministerio del Interior no aceptó la destrucción de los prontuarios de las
prostitutas que dejaron de trabajar [33].
 
Otro signo de los nuevos tiempos fue el decreto del 11 de junio de 1935 que
estableció el descanso desde las 13 horas del sábado hasta las 24 del domingo.
Casi simultáneamente se derogó la Ordenanza Municipal sobre moralidad pública y
la jefatura de policía recomendó mayor energía en la aplicación de los delitos
por escándalos en la calle y en el interior de las casas. La municipalidad dictó
la Ordenanza Municipal referida a la incitación u ostentación desde los
domicilios [34]
 
En 1935 y años siguientes, se registró un aumento de bailarinas que se ocupaban
en los cabarets u otros lugares que podían darles algún medio de vida. La
mayoría de ellas provenían del interior. Unas pocas eran locales y extranjeras.
Por el régimen de vida que debían soportar, tenían mala alimentación, poco
reposo. Agravando esto muchas tenían doble ocupación (una legal de día y la otra
de noche). Por todo ello en muy pocos años presentaban alteraciones intestinales
y un índice de sífilis casi totalmente coincidente con el de tuberculosis.
 
Nuevamente fueron antesalas de la prostitución los cafés, para conseguir
clientes al paso, cabarets, por una noche, restaurantes, para lograr una comida
completa que compensara muchas privaciones u ocupaciones como camareras
[35],posaderas, muchas de hoteles de cierta categoría. Las prostitutas, en el
lenguaje popular cambiaron de nombre. Ahora eran vitroleras, chicas sueltas,
varietés, etcétera
 
Finalmente el 17 de diciembre de 1936 se sancionó la ley 12.331, llamada de
Profilaxis de enfermedades venéreas. Tenía un claro carácter abolicionista con
vigencia en todo e territorio nacional. En el artículo 15 se prohibieron las
casas o locales para el ejercicio de la prostitución. El artículo 17, por su
parte, condenaba a los que poseían o dirigían esas casas. Posteriormente hubo
fallos de la justicia a favor y en contra de la prostitución femenina individual
e independiente, por defectos en la redacción y la persistencia de conceptos
mentales anteriores a la sanción de la ley.
 
Lo más importante de esta ley está contenido en el artículo 13, que dispuso la
vigencia estricta del análisis prenupcial, para saber la existencia ó ausencia
de enfermedades venéreas. Quedaron en pie las figuras penales que sancionan a
los proxenetas y corruptores mientras el comercio sexual es libre, sujeto a las
ordenanzas y edictos policiales. Inmediatamente la provincia, en el caso de
Buenos Aires, se apropia del negocio. Por derecha, cobrando altas tasas por los
negocios permitidos que venían a reemplazar a las Casas, por izquierda, mediante
los grupos de intereses de empresarios que ya conocían el ambiente.
 
Esta ley es el resultado de la persistencia del diputado de origen socialista
Angel M. Jiménez emulado por el diputado Padilla, que presentó otro sobre el
mismo tema, el 18 de septiembre de 1933, ambos proyectos pasaron a comisión
refundidos. Luego pasaron al Senado, que los modificó. Regresó a Diputados, que
también lo modificó. Pasó nuevamente al Senado, donde se introdujeron nuevas
variables. Se suprimió en la redacción el artículo 1 y se agregaron los
artículos 17 y 19. Con estas variantes volvió a Diputados que, a su vez,
suprimió los artículos 9 y 11. El 13 de diciembre regresó al Senado, y así quedó
convertido en ley.
 
Por medio de esta ley se buscaba mejorar la sanidad existente entre las
prostitutas. Al mismo tiempo hacer desaparecer los prostíbulos clandestinos,
hoteles de citas, los delitos contra el pudor, el aumento de la moralidad
general, la disminución de los abortos y las perturbaciones sexuales, expresadas
reiteradamente en muchas publicaciones médicas, desde años antes. También se
intentaba por su intermedio, combatir el proxenetismo y la práctica de coimas
entre los funcionarios policiales y judiciales, que todo el mundo sabía y todos
callaban [36]
 
La desaparición de los prostíbulos la libertad de las mujeres para circular por
las calles en procura de clientes siempre que lo hicieran con precaución y
manteniendo las formas, dio lugar a que las formas se multiplicaran: hotelitos,
callejeo, dancings, cabarets con piezas o combinados con hoteles y departamentos
alquilados con ese fin (que solían cambiar periódicamente para eludir
controles). También al auge de muchos hoteles situados en la zona céntrica, como
el de Callao y Sarmiento, en el 3er piso. Casi siempre se estableció entre las
mujeres y los dueños, un entendimiento comercial. La mujer recibía una comisión
por cliente. Combinada con el juego, la prostitución crece en ámbitos lujosos;
la de la calle es más a la vista. La estratificación por zonas, por formas del
ejercicio es cada día mayor
 
En el año 1937 se registró un aumento en los casos de sífilis en los hombres.
Pero a partir de 1938, al iniciarse la aplicación del certificado prenupcial, se
registraron notables disminuciones. Es a partir de 1945, cuando se inicia la
cura por medio de la penicilina, que los índices de la sífilis y sus colaterales
bajan sensiblemente. Desde entonces la sífilis y sus colaterales bajan hasta
casi desaparecer. y la sífilis ha dejado de ser una enfermedad terminal.
 
La legislación que terminó con las reglamentaciones, sirvió también para hacer
más evidente a los ojos del público algunos aspectos que hasta entonces no
aparecían en primer plano. Así en los barrios se hicieron más notables lugares
de concentración, como el Café de Don Segundo. Allí se reunían “El Francesito“,
huesudo, cetrino y pelirrubio; “Tatá“, un morocho barrigudo e informe ;
“Pepino“, que repartía hielo y era difícil de entender por el labio leporino;
“el Bocha“, enano esmirriado y rengo; “Manolo“, flacón, picado de viruelas; el
Gallego “Placeres“, buen mozo, de tez blanca y aspecto distinguido; el “Doctor“,
viejo parlanchín y “Pimentón“, gordo, pelirrojo y violento. Otros almacenes o
cafés de barrios eran lugar de cita para estos y otros personajes del mismo
nivel, como “El Vómito“ de la calle Piedras. Algunos con ocupaciones lícitas,
otros con tareas derivadas del juego clandestino, como la quiniela del
capitalista del barrio, o el pasante de datos para las carreras de la semana.
Sin embargo todos eran candidatos para convertirse en rufianes, por la cantidad
de mujeres que pululaban en las calles sin destino u ocupación. Recorrían los
barrios en búsqueda de clientes que solucionaran el problema diario del ingreso
mínimo para comer y pagar la pieza. La mayoría de ellas habitaban en los
inquilinatos, que eran “un cuadrado de piezas pobres, boqueando a un patio de
barro cocido, diadema de magnolia vieja, cocinas compartidas y retrete común"
 
Por su parte, la policía puso en práctica el manyamiento. Por este sistema las
comisiones policiales, casi siempre de civil, recorrían las calles en búsqueda
de delincuentes conocidos. El manyamiento era el reconocimiento de los
delincuentes, cuando se los apresaba. Al reconocerlos en la calle, se los
detenía por averiguaciones. Se aplicó a las mujeres que fueran prostitutas. Se
las detenía y llevaba a la seccional. Se las sumariaba por vagancia. De allí
pasaban al sanatorio de control médico. Permanecían 5 días y se esperaban otros
5 para saber el resultado de las reacciones de Wassermman y de Kahn que se les
aplicaban inicialmente. Si el resultado de las mismas era negativo, regresaban a
la comisaría y de allí a la Cárcel de Encausados hasta cumplir los 10 días de
arresto. Si resultaban enfermas se las trataba médicamente para curarlas. Esta
metodología dió lugar a abusos. Los edictos policiales fueron utilizados como un
instrumento de control. Se arrestaron con la posibilidad de aplicar pena de
hasta 21 días de arresto, mujeres que estaban intentado dejar la prostitución
ocupándose en trabajos honestos, en horarios nocturnos, como acompañantes de
enfermos seniles, enfermeras, etcétera. Muchas prostitutas con conexiones
lograron “el arreglo“ de su situación en el momento del arresto. Lo mismo
ocurrió con las bailarinas con padrinos de “alta personalidad“[37]
 
Entre los excesos registrados estuvo la obligación que tenían las comisiones
policiales de rendir una cantidad fija de arrestos por día. Acuciados por esa
necesidad, arrestaban lo que podían, y sus recorridas por las calles se
convirtieron en verdaderas cazas de brujas, muchos arrestos fueron
indiscriminados. El otro abuso, o error, que se cometió con esa metodología,
consistió en que las reacciones aplicadas como parte del control médico, no
siempre se manifestaban dentro del tiempo tomado (10 días) sino con
posterioridad.
 
 
CONCLUSIONES
Nuestras grandes ciudades, como otras en el mundo, a partir de la gran
inmigración, tuvieron sus lugares emblemáticos y un folklore que los consagró.
Pero los escritores contemporáneos, al auge de las casas de tolerancia que
hablaron de la Argentina, dejaron sin decir: Primero, que integraban un sistema
legal destinado a protegerlas para usufructuarlas. Segundo, que la moral y las
costumbres, segregaban a sus pupilas pero las consideraban un mal necesario, muy
necesario, para la salud y paz social.
 
Además, cuando hablan de las organizaciones –Varsovia, Esquenasum y otras
menores- no mencionan (porque lo dan como muy conocido ) que los municipios
tenían como principal ingreso la tasa de “tolerancia“ a esas Casas. Casas de
trabajadoras descalificadas -o cuarteles con sus soldados– que no podían salir a
la calle más que en pocas horas de los días fijados, que no podían caminar en
grupo, que no podían mostrarse en puertas y ventanas ni hablar con los pasantes;
que estaban sujetas a continuas revisaciones uterinas y podían ser puestas en
cuarentena por sospecha de cualquier enfermedad; que no podían tener con ellas a
sus hijos (en tiempo de exagerada exaltación de la maternidad); que estaban
registradas “en su condición de rameras sólo redimible por matrimonio ó
residencia prolongada en casa honesta“, que no podían tener otro domicilio que
el del prostíbulo. Queda sin decir que si la prostituta se alejaba de la Casa
era denunciada, declarada prófuga y devuelta.
 
Aún sin tomar en cuenta las relaciones informales con políticos y clientes
poderosos y las institucionales con la justicia, la policía y las autoridades en
general, la prostitución era un negocio que había que cuidar de la competencia
de los clandestinos que no pagaban tasa y mantener con mano dura porque era el
más rentable y seguro, Su base, mujeres recambiables, formaba un ejército
disciplinado, sumiso,
 
En el caso de la Zwig Migdal, es recién en 1927 cuando empezaron a discutirse
los aspectos mafiosos gracias a la denuncia de una mujer maltratada y valiente.
Hasta entonces habían pasado unos veinticinco años de negocios exitosos a la
vista de todos. Su historia sirve para mostrar no sólo los vicios sino también
los prejuicios de esa sociedad: el periodismo e la época apenas dedicó unos
pocos renglones a su denuncia. El carácter escandaloso del juicio; la concepción
machista imperante y los tabúes de una sociedad pacata, hicieron que la gesta de
Raquel quedara sepultada en el cajón del olvido durante más de setenta años.
 
Habría que analizar cuánto pesó para el cierre el anacronismo cada año mayor de
un régimen que ya era la única servidumbre legal en pleno siglo XX, y cuánto
pesó la competencia con las otras organizaciones y con los gobiernos
provinciales interesados en adjudicarse el mejor negocio municipal. Cuánto pesó
el antisemitismo que corría y crecía por entonces ante la expansión de la Zwig
Migdal y la Varsovia.
 
Entre tanto, el artista, el escritor, empezaron a mirar la prostitución como un
espectáculo, surgiendo de las más anónimas de las mujeres, bellos poemas
dramáticos e irónicos que como Malena, estuvieron en boca de todos.
 
Con la sanción de la Ley 12.331 del 17 de diciembre de 1936 sobre Profilaxis de
Enfermedades Venéreas prohibiendo los prostíbulos el comercio sexual sujeto a
edictos policiales, utilizados estos como forma de control y abuso, las formas
se multiplican. En la actualidad hay mayor libertad sexual, pero también más
prostitución en sus nuevas modalidades (saunas, taxi-boy, books en los hoteles,
con niños y niñas cada vez más jóvenes). Los que la ejercen están igual que en
los tiempos de las pupilas, aceptados como un mal necesario y a la vez,
marginados.
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA
 
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mitos en Todo es Historia, Nº 436, Buenos Aires, 2003.
 
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CORTÉS CONDE R. y CORTES CONDE, E. H: Historia negra de la prostitución “, Bs.
As., Plus Ultra, 1999
 
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PAREJA, Ernesto: La prostitución en Buenos Aires, Bs. As., Tor, 1937.
 
RECALDE, Héctor: Prostitutas reglamentadas en Buenos Aires, 1875-1934, en Todo
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REVISTA DE POLICÍA: Bs. As. 1930, Editorial Policial.
VALDANO, Segundo O.: La prostitución ¿Mal ó necesidad social?, en El Día Médico,
4-6-1956, Bs. As.
 
NOTAS
[1] Idem.p. 89
[2] idem. ant. p.87.
[3] ant.p.82.
[4] Disposiciones de Policía,., ps. 1010/12.
[5] Idem. anterior, ps. 94/5.
[6] idem. ant. p. 88.
[7] Idem, ant. p. 83.
[8] Echevarri, Luis: El café de las figurantas. La Nación, 20-10-1929,p. 13. 
[9] Mundo policial, Año 4, Nro 21, Bs. As., 1973
[10] El Derecho,T. 24, p. 390.
[11] Sociedad de las Naciones: Comité de la trata de blancas y niños, p. 172.
[12] Pareja, p 121.
[13] Carretero, p159
[14]. Anuario Estadístico de la policía, nro 32, p. 177.
[15] Idem. p.185.
 [16] Jurisprudencia Argentina, Bs.As. 1924, T. XIX. P.88.
[17] Idem. ant. T.XX, p.489.
[18] Policía de la Capital, Boletín de Estadística 1929, Bs. As. 1929,Bs.As.
1929, Imp. y Enc.de la Policía, p. 326 y sigs.
[19] Jurisprudencia Argentina, T. XX, p. 492.
[20] Idem. ant. T. XVI,p. 811.
[21] Caras y Caretas, 16 de octubre de 1926.
 [22] Alsogaray; Bra
 [23] Bra, ns. 115/8.
 [24] Spota, Alejandro: En Jurisprudencia Argentina, T. 38, Bs. As, 1932,p.14.
[25] Alsogaray, pp 259 /265.
[26] Bereterbide, p 16.
[27] Caras y Caretas, op. cit, vs.ns
[28] Alsogaray, p 156; Bra. p 120
[29] Carretero. He tenido oportunidad de conversar con la nieta y la bisnieta de
la señora Raquel Liberman. Esta señora se casó tuvo tres hijos, dos mujeres y un
varón. Estos, a su vez, se casaron y tienen hijos.
 [30] Todos los párrafos entre comillas fueron extraídos de El camino a Buenos
Aires
[31] Todo es Historia, Nro 436, Noviembre 2003,Bs.As,p.11.
[32] Revista de Policía, Año XXXVIII, Nro 879,p. 144, Bs, As, 1935
[33] Jurisprudencia Argentina,T. 49,p. 189
[34] Revista de Policía, Año XXXVIII, nro 879,p. 84, Bs.As, 1935
[35] Jurisprudencia Argentina,T. 49,p. 189
[36] Cámara Civil y Correccional de la Capital, 10 de octubre de 1961. El
Derecho, Repertorio General 1-9,p.982. ver Mundo Policial, Año 9, Nº 45,
Artículo de Rodríguez Varela, p.87.
 [37] Valdano, p 1021

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